domingo, 1 de noviembre de 2015

DEL BAR A... ¿LA MONCLOA?

Resulta escalofriante.
Desde el comienzo de la Humanidad, el designio de los diferentes pueblos y civilizaciones ha estado en manos de hombres (en ocasiones mujeres) cuyos atributos les hacían excelentes para llevar a cabo la tarea que la Historia les tenía encomendada. Esos atributos solían ser fuerza e inteligencia, particularmente en aquéllas épocas en las que las sociedades han necesitado valentía y fortaleza a la hora de imponerse a sus enemigos. Además, con el fin de sofocar los posibles actos rebeldes de la población, estos gobernantes se rodeaban de un inmenso poder militar con el que infudir respeto a su persona y gestión. Dicha fuerza militar era determinante también para llevar a cabo las tareas de recaudación de impuestos (a través de funcionarios que gozaban de la condición de autoridad pública), necesarias para financiar el Sistema.
Otro de los mecanismos con que contaban los regentes (ya fuera en el lejano oriente, en el Egipto faraónico, en la Grecia antigua o en las remotas tribus amazónicas) era la apropiación del ámbito más privado del ser humano: la espiritualidad. A tal efecto se inventaron las religiones, entramados artificiales cuyo fin fue (y es) servir de nexo interpretativo entre los dioses, inescrutables, y la finitud del entendimiento humano. Naturalmente, el poder religioso había de dictar una doctrina acorde, afín y complementaria al poder políticomilitar de cuyos senos se alimentaba. Así se observa que, hasta la llegada de Jesús de Nazaret y desde la promulgación del Edicto de Milán la separación del poder político y religioso ha sido inexistente.
Una vez configurados los Estados modernos, los diferentes mandatarios que han ocupado el poder en los distintos países han seguido manteniendo alguno de los atributos que los líderes de las primitivas sociedades: estrategia militar (Napoleón, Franco, Putin), formación académica o científica exquisita unida a una excelente visión política (Campomanes, Benjamin Francklin, Klaus Iohannis) o procedencia de círculos y familas influyentes (Kennedy, Somoza, Park Geun-Hye...)
La situación que se presenta en España de cara a las próximas Elecciones Generales desafía a la Historia y, de suceder en más naciones del entorno, anticiparía el colapso de Occidente. Por prinera vez en la Historia se postulan para gobernar el futuro de una nación dos candidatos, que entre otras, presentan las siguientes carencias:
- ausencia de formación militar y/o probado valor guerrero: Eisenhower o su Majestad el Rey Felipe VI, por citar dos ejemplos cercanos, han recibido un esmerado adiestramiento.
- formación académica o científica: ambos candidatos han pasado por facultades españolas
 que dificilmente podrían soportar el calificativo excelente o ejemplar sin ruborizarse.
-pertenecia a élites sociales o familias influyentes. Este aspecto tampoco necesita un mayor desarrollo.
Cuando al líder le despojas de sus atributos lo que queda es, con suerte, personas normales, corrientes, como Vd. y como yo, como el hijo del vecino. Sin historia, ni valor ni recursos. El hombre al desnudo.
Y díganme, si no hay empresa que les quisiera al frente de su Consejo de Administración (y créanme, no la hay), ¿por qué habríamos de votarles para presidir nuestro País?